Mucho se oye hablar sobre el valor que aportan las TIC, mucha tinta (digital) se ha gastado y en los foros hay más de una discusión al respecto… ¿Qué valor aportan las TIC?, ¿Cuanto valor aporta un servicio? ¿Cuál es el valor real de las inversiones en TIC?
Muchas preguntas con muchas respuestas, pero a mi últimamente me ronda una idea en la cabeza: me da la sensación de que hay una respuesta a todo esto que va más allá de las respuestas tradicionales.
Hace mucho, mucho tiempo, cuando estaba recién egresado de la Universidad, me dedicaba a hacer programas en Clipper. Por aquella época era normal (aún sigue siéndolo, pero menos…) que mis hermanos me preguntaran si yo sabía usar un programa de contabilidad, o hacer un plano con el AutoCad o cosas así.. claro, ante la respuesta de “Pues… la verdad es que no!” siempre decían lo mismo: “Pero tío.. tú no eres informático?”
Al principio trataba de explicarles a qué me dedicaba en concreto, pero era complicado así que un buen día me salió la metáfora perfecta:
mira, brother… yo en realidad no soy mecánico; no tengo ni idea de coches ni de motores: sólo me dedico a fabricar llaves inglesas.
¿Se preguntarán los fabricantes de llaves inglesas cuál es el valor que aporta su herramienta?
Una de las grandes aportaciones de ITIL V3 es la definición del valor que aportan los servicios TIC en términos de Utilidad y Garantía. Utilidad –aquello para lo que sirve el servicio – y Garantía – en qué términos lo entregamos –
Así que la llave inglesa aporta valor en el sentido en que puede apretar y aflojar tuercas en un rango de X pulgadas y en el sentido en que puede aplicar una fuerza Y sin romperse ni doblarse ni malearse su material.
¿Y si utilizo la llave inglesa para hacer palanca para abrir una botella de cerveza? ¿No me aporta valor? O si la uso para clavar un clavo, para separar dos ladrillos mientras busco el metro, para rascarme la espalda…
En fin, que la llave inglesa no sólo me aporta el valor que pensó el fabricante que yo necesitaría, sino que me aporta todo el valor que mi imaginación como usuario de la herramienta sea capaz de sacarle.
Si llevamos este razonamiento al mundo de las TIC, veremos que una cosa es el valor que yo, como “fabricante” o “proveedor” de servicios aporto a mi cliente al ajustarme a sus necesidades declaradas, y otra cosa muy distinta es el valor que aporta al negocio el uso correcto, adecuado e incluso innovador e imaginativo de las herramientas que IT pone a disposición de los usuarios.
En conclusión, el valor que las TIC aportan al negocio se compone de la provisión adecuada de servicios TIC unida a un uso adecuado y exigente (que saque el mejor partido posible) de esas herramientas/servicios; y esto nos lleva a otra situación interesante: el VALOR no es una cuestión del Departamento de Informática, porque el USO no está en sus manos, sino que está en las manos de las organizaciones (departamentos, áreas, etc) de usuarios (que no siempre coinciden con el cliente).
Así, la aportación de valor al negocio es una cuestión cultural y organizativa… CORPORATIVA.
Feliz Año Nuevo!